Desde ayer que se me dio el ataque de revisar todos los posteos de Curvas y Desvíos y guardarlos en un Word (no es necesario, ya sé, pero...). Esto implica también leerlos, es decir, leerme desde el 2008 para acá. Entre tantas cosas que encontré (y de las cuales me había olvidado por completo, cosa que suele sucederme con todo lo que escribo y que no entraré a analizar ahora aquí), hallé, por ejemplo, esta lista de cosas que hice en los 90, esa década infame y horrible en muchos aspectos, muy poco luminosa en mi vida y que ahora quiero volver a compartir aquí, sin más razón que esa, la de haberme sorprendido con cosas que no recordaba o que recordaba de otro modo, como suele suceder con los recuerdos:
Por eso
decía que el arte es unir de pronto dos ideas que estaban separadas: el envase
curvo de las papas Pringles y la ominosa/luminosa década de los 90 se
fusionaron instantánteamente en mi mente (con perdón de la rima interna) y me ofrecieron
la oportunidad de recordar en este posteo qué hice yo en los 90. Si
tuviera que resumirlo en pocas líneas, lo pondría así:
- comí
papas Pringles, aunque nunca me terminaron de convencer;
- a los
ponchazos, terminé el secundario (en el 93, tendría que haber terminado en el
91; no fui a Bariloche y me opuse férreamente a la provincialización de mi
colegio, que a partir de entonces perdió toda su aura y dejó de llamarse
"Colegio Nacional de Quilmes" para ser una simple "Escuela de
Educación Media Nº 14", ajjj, nunca pude acostumbrarme);
- entre
el 90 y el 95-96, aprox, salí todos los fines de semana, mayormente a
recitales, mayormente a Cemento;
- tomé
mucho alcohol; mucho quiere decir mucho;
- fui a
todos los grandes festivales de rock, pero no vi ni a los Rolling Stones ni a
los Guns N' Roses;
- vi a
todas mis bandas favoritas: Megadeth (2 veces), Metallica, Sepultura (2 veces),
Pantera, Black Sabbath (con Dio), Kiss, Faith No More, Ozzy Osbourne, Rollins
Band, Suicidal Tendencies, Iron Maiden, Accept, Saxon, Motörhead y más bandas
que ahora no recuerdo;
- entre
el 90 y el 95 seguí a mi grupo favorito, Hermética, por todos los lugares que
pude;
- cuando
se separaron, comprendí que mi adolescencia (bastante estirada ya) había
terminado y aunque seguí yendo a recitales, ya no fue lo mismo; poco tiempo
después, abandoné la sana costumbre de ir a "agitar", "evitar el
ablande" y "hacer el aguante";
- vi a
Divididos cuando no lograban llenar ni la mitad de Cemento;
- idem
Babasónicos;
- compré
muchas revistas importadas, las cuales fueron debidamente tijereteadas para
adornar, del techo hasta el piso, las paredes de mi habitación;
- fumé
algunos porros, sin demasiado éxito;
- compré
muchos CDs originales, que con el tiempo vendí, regalé o cambié por otros y que
ahora, por la magia de Internet, recuperé con creces (a veces demasiados
creces);
- me
vestí íntegramente de negro durante la mitad de la decáda;
- usé
tachas, cadenas, alfileres, cintos y campera de cuero, púas, zapatillas y jeans
chupines hasta para la fiesta de fin de año del colegio;
-
escribí mucha, mucha, mucha poesía;
- leí
desaforadamente;
- pené
un amor imposible varios años;
- conocí
a mi verdadero amor, tal vez más imposible que el anterior, en el 95;
- fui
madre por una hora, en el peor año de todos, el 99;
- compré
platos franceses, vasos checoslovacos, fideos italianos, chocolates alemanes
(posta);
- tuve
mi máquina de escribir eléctrica, verdadera emoción entre los dedos, luego de
la vieja, dura y pesada Olivetti;
- salí a
festejar Italia 90;
- entré
a la facultad en el 97 (todavía no salí de ella);
- putié
mucho al innombrable (ya saben quién, no me hagan nombrarlo por dió);
- vi a
Brandford y Wynton Marsalis en un arranque de buen gusto;
- admiré
a Enrique Symns;
- le
regalé un poema a Omar Chabán, quien nos dejó entrar gratis a Cemento años
enteros (sí, Raúl Villarreal siempre fue su mano derecha);
- fui a
la inauguración de Die Schule, otro antro de Chabán, donde tocó Divididos y
conocí a Marcelo Pocavida;
- fui a
Ave Porco, un lugar fabuloso;
- decidí
que la poesía y la literatura eran lo mío, aunque creo que esa decisión era
anterior a mí incluso;
- besé
por primera vez a mi verdadero amor imposible en ese mismo nefasto año, el 99;
- soñé
mucho, muchísimo, activé poco, poquísimo;
- participé
por primera vez en concursos literarios, con moderada repercusión;
- compré
muchos pero muchos muchos muchos libros (siempre saldos y
ofertas o usados);
- amé a
Roberto Arlt, a Julio Cortázar y a Manuel Puig, los primeros autores que vi en
la facultad; a Borges ya lo amaba de antes;
- conocí
a mi actual mejor amiga;
-
traicioné a mi anterior mejor amiga (a quien volví a ver, fugazmente, el año
pasado);
- fui a
ver a Los 7 Delfines, una de las mejores y más desconocidas bandas argentinas;
- fui a
ver a Durazno de Gala, idem;
- empecé
cuentos, novelas, narraciones que nunca terminé;
-
descubrí a mis padres nutricios en la poesía: Charles Baudelaire y Alejandra
Pizarnik;
- me
deprimí mucho (mucho);
- viví
de noche durante una temporada (evitaré el chiste fácil de: "en el
infierno"; Rimbaud fue, justamente, un descubrimiento de esos años, pero
su influjo en mí no ha sido tan poderoso y perdurable como el de Baudelaire);
-
descubrí a César Vallejo, a Roberto Juarroz, a Alberto Girri, a Oliverio
Girondo... y sigue la cuenta, como con las bandas;
- tomé
vodka (mucho; la botella de Moskovita Moskovskaya estaba escondida en mi ropero
y cuando se terminó fue reemplazada por otra y otra y otra);
- tomé
Campari anhelando dar besos con ese gusto dulce y amargo a la vez, cosa que
sólo logré hacer en la decáda del ??? (como leí en los mismos RSS de Hablando
del asunto, esta década, la que estamos transitando ahorita mismo no tiene
nombre: ¿la del cero cero? ¿la del 2000?);
- pasé
muchas noches olvidables y algunas pocas buenas;
-
engordé muchos kilos, bajé más de 15 entre el 95 y el 96, volví a engordar al
finalizar el primer año de facultad, bajé de nuevo y volví a subir en el 99,
con el embarazo;
- fui a Mar de las Pampas cuando no era ni top ni famoso ni un cuerno (y sólo había unos pocos chalets y una casita de té);
- lloré
mucho;
- rabié
mucho;
- hablé
idem;
- callé
otro tanto;
-
disfruté todo lo que pude pero, la verdad, creo que podría haber disfrutado un
poco (o mucho) más.
El posteo completo pueden verlo aquí.
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