Mañana es mi cumpleaños número 36 pero no quiero hablar de eso hoy. No hay que festejar por anticipado, dicen, y me apegaré a esa superstición sólo para usar esa hermosa palabra aquí (superstición, y casi pongo superchería). Pretendo hablar de otra cosa en este extraño feriado sandwich que nos regaló la presidencia K.
Un manto de indiferencia, un peligroso manto de indiferencia sería mejor decir, se ha cernido sobre mí en estos últimos días (¿en estos últimos tiempos, mejor?). Nada me inquieta demasiado, con excepción de alguna explosión de rabia, como la última que adorna estas páginas. Nada me perturba mucho o cuando empieza a perturbarme demasiado logro correrme y evitarlo. Tampoco nada me entusiasma demasiado, con excepción de la literatura (la ajena, porque la propia es siempre un problema, un problema que no debería ser tal sino todo lo contrario, pero mi mente loca se sigue empeñando en que lo sea y aún no puedo resolverlo, aunque Dios, la Patria y Freud me ayuden con esto). Nada roza la superficie, nada altera el curso de los días, no digamos ya el ritmo de mi siempre inquieto corazón. Nada dije. Quizás sea mejor decir "nadie" pero no quiero reducir todo a la mera ausencia de un significant other porque intuyo que esto va más allá. No se trata de que falte alguien del otro lado sino de que no hay demasiada disponibilidad por este lado. Quizás el nuevo amor de mi vida (habría que revisar este concepto de "amor de mi vida" y/o "hombre de mi vida" pero lo dejo para otro posteo) esté frente a mis narices y yo no me de cuenta. O haya estado e idem. O vaya a estar y lo mismo, obnubilada como siempre con mis enredos psicoanarquistas personales. No sé. Tampoco me interesa demasiado, en consonancia con este feo estado de indiferencia supina. ¿Qué me llevó a esto? No sé. Pero mejor: ¿cómo salgo de esto? Tampoco lo sé. ¿Tiempo al tiempo? Quizás. ¿Son los planetas que se están reacomodando? Acaso. ¿Es que se viene otra etapa de gran jaleo y rock n' roll emocional y por eso esta aburrida meseta carente de toda emoción? Puede ser. ¿Soy responsable de esta ausencia de acontecimientos, de esta falta de vértigo y adrenalina? También puede ser. El robo de que fui objeto hace ya dos meses fue una suerte de freno muy grande, malditos sean una y mil veces esos miserables rateros: dejé de ir a cubrir obras de teatro, procuro no volver muy tarde a mi casa, no volví a tomar el 22, decliné montones de invitaciones a distintos eventos por el tema del "horario", volví un montón de veces casi corriendo a mi casa y otras conductas paranoicas que les ahorro sólo por el miedo de que me volviera a pasar algo similar. Y lo peor es que el miedo, si bien ya no es tan fuerte, continúa. Y ahora encima anochece enseguida, hace frío (aunque es cierto que todavía no hizo frío "de verdad") y todo conspira, sospechosamente, claro, para que estar en casa sea la mejor opción. La más "sana" y "natural". La menos arriesgada. La más aburrida, buhhh. Oh... dilemas existenciales. Y a todo esto lo único que quisiera en ocasiones es tener ese amigo especial, el que me puede dar lo que nadie más, con el que reírme de estas y muchas otras pavadas, además de pasarla bien en la cama, claro... ¿Quién será? Y ¿cuánto tiempo faltará?
1 comentario:
Senti que hablabas por mi también. Ahora a vencer a la indiferencia! O no, que se yo.
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