Es raro.
Es raro pero de a poco me voy acostumbrando (bueno, no creo que uno realmente se "acostumbre" a la ausencia definitiva de nadie, es una manera "polite" de decirlo). Pero es raro volver a casa y saber que el teléfono no va a sonar, o que si suena no va a ser él. Y "él" ahora significa mi padre, cuando antes sólo significaba el hombre amado. Intento pensar que está de viaje y que está bien, pero que simplemente no me puede llamar. Ni yo tampoco puedo hacerlo.
Ésa debe ser la parte más dura.
Porque aunque no le pude decir cuánto lo extrañaba, cada vez que esa sensación me atenaceaba sabía que no tenía más que llamar por teléfono para escuchar, siempre, su voz del otro lado. No creo ser capaz de explicarle a nadie nunca jamás con qué alegría me saludaba él cuando reconocía mi voz. No creo que ningún hombre me vuelva a saludar así (ojalá me equivoque, pero no creo).
Vuelvo a las rutinas, vuelvo a trabajar, vuelvo a escribir y parece que es todo lo mismo, que no cambió nada, pero no es cierto. Cambió todo. Nada volverá a ser lo que era. No digo que sea ni mejor ni peor, digo que todo ha cambiado. Digo que parece que no hay cambios, pero nada ha quedado en su lugar. Por momentos me siento completamente desguarnecida y desamparada, pero por momentos tengo un optimismo avasallador, impertinente, exultante, que nunca creí que pudiera tener. Incluso me digo que lo peor que me podía pasar ya me pasó, así que lo que venga de aquí en más será una papa.
Pero no sé. Por momentos, dije.
Por momentos también me estruja la tristeza, me toma por sorpresa la congoja, me sitian los recuerdos. Por momentos sigo sin poder creerlo y por momentos también vuelvo a experimentar ese gran alivio, esa calma, algo muy semejante al nirvana o a una sabiduría superior que me indica que todo va a estar bien, que ahora mismo, hic et nunc, todo está bien y que no debo preocuparme. Por momentos vuelvo a ser la era y luego me acuerdo de que él ya no está y sé que algo cambia, fugazmente, en mis ojos. Por momentos finjo que me olvido y hasta enumero las cosas que me gustaría contarle, todas las pavadas e intrascendencias que le contaba siempre, pero tarde o temprano me acuerdo de cuál es la "realidad".
No iba a escribir nada de esto, pero si ahora no escribo sobre esto ¿cuándo? y ¿dónde y cómo? Sólo así, percibo, se puede ir elaborando (¿como un pan?) eso que la tribu psi- llama "el duelo".
1 comentario:
iritisocAnalía: he llegado de casualidad y me encuentro con semejante texto. No sabía , te dejo un abrazo fuerte y un beso.
Lo siento mucho.
Tal vez, pronto nos encontremos en el taller.
mariarosa
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