Hace rato que quiero volver acá, pero no me resultaba sencillo. No sabía qué decir, ni qué hacer. Tampoco lo sé ahora. Pero como ésta es una semana de vueltas y retornos, pensé que eso tal vez me ayudaría a volver acá también. De a poco. Quizás con una frecuencia muy diferente a la de antes. Con una onda diferente también, o no, no lo sé aún. Lo que sí sé es que, por más que me empeñe, yo ya no soy la misma. No soy más la que alegremente miraba sus alertas de Google cada noche para ver de qué iba escribir acá. O que buscaba fotos curvas y asombrosas, o cosas relacionadas para armar sus posteos. Me he convertido en otra y aún no la conozco muy bien. Veo muchas cosas que me gustan en esta nueva persona que soy, pero permanecen también algunas viejas rémoras que, psicoanálisis mediante, espero puedan ser removidas de una vez. Hay muchos fantasmas también. Fantasmas del recuerdo y del pensamiento. Estos últimos son los más díficiles de espantar. Siempre vuelven y vuelven siempre por lo mismo. Pero psicoanálisis mediante, y mucho esfuerzo de mi parte también, intento espantarlos, engañarlos, hacer que retrocedan al menos. Precisamente volver a este rinconcito tan querido es un modo, espero que ganancioso, de hacer eso. De aventar los demonios. De ahuyentar a la angustia y toda su mísera cohorte.
Mañana vuelvo a dar clase. Eso es lo importante. Ése es uno de los regresos que trae este marzo para mí, y estoy muy contenta por eso. Mañana vuelvo a mi taller de escritura y ya no tendré los nervios que tenía el primer día (puesto que era la primera vez que daba taller en mi vida). Ahora tendré los nervios de "arranca un nuevo año lectivo" y de "¡cómo me las ingenio para no repetir lo mismo!". Por suerte, el mundo de la palabra escrita es tan vasto que impedirá que eso suceda. Siempre hay algo nuevo, si, como dijo un profesor allá en mi primer día de facultad, "cada oración que se emite es una oración nueva".
Mañana vuelvo a compartir lo que más me gusta en el mundo con todos aquellos que así lo quieran. Fuera, demonios, no tengo tiempo ni ganas de ocuparme de ustedes ahora (ni nunca). Las puertas de esta casa están cerradas para ustedes. En cambio, están abiertas para todo aquel que quiera pasar y leer, escribir, estar, comentar, consultar, analizar, debatir, sonreír, bailar, amar y jugar.
Imagen: pasillo del primer piso del Pasaje Dardo Rocha, efecto añadido.
1 comentario:
Un servidor pasaba por aquí y se acaba de asomar a este mundo curvilíneo y femenino. Uno, que es varón y rectilíneo, se pierde un poco en las sinuosidades que lee, pero entiende que , aunque la línea recta sea la distancia más corta entre dos puntos, también resulta bastante aburrida.
Literatura y sinuosidad casan bien.
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