25 de junio de 2008

Las curvas y los agujeros negros (o el posible regreso de los posteos diarios)

A ver, a ver.
Intento que este blog retome su ritmo habitual, es decir, aquel esmerado y sanador propósito de un post al día. A ver. Cuesta un poco, diríase que ando media oxidada, y lejos está esto de ser una metáfora. Pero a ver. Si me zambullo de una vez en el mar blogguero, es probable que el óxido desaparezca y deje paso al río de la escritura.
Pero como no quiero que esto se torne excesivamente autoreferencial, ya que nunca fue esa la idea, recurro a las nunca bien ponderadas alertas de Google, como para ir calentando motores y esperar que con los días y los sucesivos posteos, vuelva la escritura espontánea y asimismo los demás blogs que regenteo (y uno nuevo que estoy pergeñando) se pongan en movimiento.
Ayer recibí un comentario de Mauro Allmeyda (¿recuerdan este post?) y eso me sirvió, entre otras cosas, de estímulo para regresar a por mis fueros bloggueros otra vez y tratar de no desviarme tanto como para ausentarme por completo de aquí, como me suele suceder con harta frecuencia. ¿Alguna vez comprenderé que cuanto más me ocupe de mi escritura en todas sus vertientes mejor me va en todos los demás aspectos de mi tonta vida?
Pero, ¡alto!, dijimos que nada de autoreferencialismos baratos y tan de moda y tan ajustados al medio, me cachís. Así que voy con la mencionada alerta gogglística. El 15 de abril de este año falleció el físico que bautizó a los "agujeros negros" como tales, esos misterios que no soy la más indicada para explicar, por lo que los invito cordialmente a leer la nota en cuestión. Pero sí quiero citar los dos últimos párrafos, que me parecieron muy reveladores:

"En 1939, J. Robert Oppenheimer, que luego se convertiría en líder del Proyecto Manhattan, y un estudiante, Hartland Snyder, sugirieron que las ecuaciones de Einstein habían hecho un vaticinio apocalíptico. Una estrella muerta de masa considerable podía derrumbarse sobre un grupo tan denso que ni la luz podría escapar de él. Esa estrella caería para siempre mientras que el tiempo espacial la rodearía al igual que un manto negro. En su centro, el espacio sería infinitamente curvo y la materia infinitamente densa, un absurdo aparente conocido como singularidad.

Durante una conferencia en Nueva York en 1967, Wheeler aceptó una sugerencia que le gritaron desde el público y comenzó a utilizar la frase "agujero negro" para escenificar esta posibilidad. "El agujero negro nos enseña que el espacio puede encogerse como un pedazo de papel hasta llegar a ser un punto pequeñísimo, que el tiempo puede extinguirse como una llama que se apaga y que las leyes de la física que consideramos sagradas e inmutables son cualquier cosa menos eso", escribió en su autobiografía de 1999."

Qué bueno que nada, ni siquiera las leyes de la física, sean inmutables. Aunque dé un poquito de miedo, un poquito bastante (¿a qué agarrarse si todo cambia constantemente?), es bueno saber que nada es inmutable, donde 'nada' quiere decir la vida, el amor, los romances, la escritura, las experiencias, las nubes, el cielo y todo lo que se les ocurra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Tonta vida? Me pregunto yo mismo qué significa tal cosa ¡Nada sabe la vida de tonterías! Comprender el espacio que se le otorga a tal o cual cosa, no tiene nada que ver con reflexiones "psiconalíticas". Lo mejor o lo peor, en todos sus aspectos, no deja de ser una simple "autointrerpretación de emociones que no controlamos, de sentimientos tan íntimos que nos "delatan"; no ante nosotros mismos, que sería algo bien simple, sino ante nuestra propia visión de nuestro miserable ser en el cosmos.

Un ilustre desconocido!

Related Posts with Thumbnails