30 de abril de 2008

Termina el mes más cruel, se cierra una etapa y se abre un nuevo desvío...

Termina abril, el más más cruel como ya dijera Chaucer y repitiera Eliot, boreales ambos, agarrándoselas con la bella primavera de esos lares, condenando al ostracismo literario a nuestros igualmente bellos, ocres y tristes otoños sudacas.
Termina este mes en el que mi vida está a punto de tomar un desvío inesperado (bueno, si el desvío es esperado deja de ser desvío, ¿no? o en todo caso es un falso desvío, al menos fácticamente; o, si se quiere, el desvío "esperado" es sólo un rumbo contemplado dentro del rumbo general tomado sólo cuando las circunstancias así nos obligaron): este desvío es inesperado porque no estaba en el plan.
El Plan, como el de los templarios del péndulo foucaultiano de Eco, viene ejecutándose desde hace algún tiempo ya y, como todos los designios, oculta siempre una de sus caras (si las mostrara todas, sería todo tan previsible que ni siquiera se justificaría la existencia de dicho plan y/o de algún plan). El Plan indicaba que ahora que yo tenía un trabajo relativamente estable y en el que estaba relativamente "cómoda" el paso a dar ipso facto era irme a vivir sola, más exactamente a la ciudad de Buenos Aires, con sus humos sojeros y sus marchas piqueteras y su locura de constante hora pico a cuestas...
Eso decía el Plan original, la escritura visible del dios, la cara de la luna que siempre vemos aunque no esté... Pero por detrás del telón universal, se tejía otro Plan, acaso más vasto y también más modesto (qué frase borgeana me acabo de mandar, estoy tremenda). El Otro Plan consistía en un cambio de dirección, concretamente en un desvío que yo no había tenido en cuenta (y por eso lo llamo propiamente desvío): un nuevo trabajo, más cercano a mis deseos de usar con gran amplitud mis conocimientos académicos, más cercano a la academia también, tanto que es en la ciudad de las diagonales, La Plata.
La Plata, esa bella ciudad masónica que he evocado a través del libro que me la descubrió cuando sólo tenía 16 años (ver aquí), estaba en el Plan pero no en primer plano. Pululaba su órbita por algún lugar, lejos del foco de atención (trabajar, escribir, mudarme). Volver a estudiar era algo que en un momento había sido descartado y luego sólo considerado como un posible pase de universidad (de la UNLP a la UBA, algo que mis colegas platenses jamás me hubieran perdonado, como bien me advirtió uno de ellos), pero ni siquiera eso fue debidamente sopesado. Por tanto, La Plata estaba en el Plan pero como un cabo suelto, un flequito, una hilacha que cuelga de la costurita del pantalón y de la que si se tira se corre el riesgo de descoser todo. Como un hilván, era un hilo provisorio, al cual era necesario continuar reforzando para darle la pasada de overlock final.
Y así, el último día de abril me encuentra despidiéndome de mis compañeros de Plus Mobile (aunque siga siendo parte de la empresa a la distancia, ya no será lo mismo), cerrando etapas, comenzando a extrañar rutinas, gestos, palabras (el inolvidable "¿sabés?" de mi compañero de redacción Christian, por ejemplo), momentos (los ratos entre las cuatro y media y las cinco y algo escuchando heavy-metal "a todo gas" con mi compañero Martín), vivencias y unos cuantos etcéteras varios y preparándome para nuevas rutinas, nuevos horarios, nuevos compañeros, con toda la adrenalina, nervios, emoción y pánico que todo ello causa.
Brindo entonces por una vida llena de gratos y desafiantes desvíos.

3 comentarios:

Maro dijo...

Y yo brindo con usted, Señorita Drenka; y por los desvíos, que nos llevan a caminar por el lado salvaje, por el lado más hondo, por el lado de las transformaciones.
Salute, y buena vida!

El Maro.

Anónimo dijo...

Entonces ¿ahora sí somos o vamos a ser vecinos? Ya me perdí otra vez.

Analía Pinto dijo...

Maro divino, ¿cómo andás? ¿Todavía en los States? Contame cómo va eso, me gustaría mucho saber algo más de vos. Un beso y gracias por estar, aún a tantos kilométros geográficos, no existenciales.
Para Sebastián: no se confunda usted, mi buen amigo, sigo viviendo en Quilmes pero ahora trabajo en La Plata, más exactamente en el laberinto de la facultad de Ingeniería. Excelente su blog y gracias por la visitilla.

AP

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