24 de febrero de 2010

Los cuchillos curvos

Sí, hay cuchillos curvos. ¿Habéis oído hablar alguna vez de kukris? Pues de ellos se trata.
Hasta no hace mucho tenía un conocimiento meramente literario (como acerca de casi todo...) de los cuchillos. Pero, mi maestro, de cuyos libros ya he hablado en otras bonitas páginas, además de ser un gran escritor, un excelente coordinador de taller y una bonísima persona es también un cuchillero de ley. Gracias a él he conocido un poquito más del fabuloso mundo de los cuchillos y si bien aún no he ingresado en él, no puedo dejar de admirarme ante muchas de sus proezas (como cortar en ángulo de cuarenta y cinco grados una soga colgante o cortar, también a cuarenta y cinco grados perfecto una frágil botella de plástico) como así tampoco es posible dejar de admirarse ante su soberbia belleza. En el caso de los cuchillos curvos, esta belleza se acentúa mucho más, en mi opinión. Y si no, no hay más que ver algunas de las siguientes fotos, que extraje de aquí




Pero en realidad fue este cuchillo el que me trajo hasta aquí: 



Si observan bien notarán que su mango está empedrado de piedras preciosas y que esa delgada línea azul son, sí, no se equivocan, zafiros. Este cuchillo, llamado "Nesmuk", es, aunque no lo parezca, un cuchillo de cocina y cuesta nada más y nada menos que 12.000 euros. Está bien, no pensaba comprarlo, ¡me conformaré con admirarlo!
Pero tanta cuchillería no hace sino que vuelva, desde luego, a las fuentes literarias. Hay un precioso cuento de Borges (uno nada "complicado" ni "difícil" -hago la aclaración porque me re-pudre que ante la sola mención de Borges la unánime respuesta sea "no lo entiendo", "es muy complicado", etc. -y de paso los invito al taller que un amigo va a estar dando el próximo mes de marzo tratando de combatir justamente esta imagen estereotipada y completamente falsa de Borges), en el que un niño después de ser raptado por el malón, si no recuerdo mal, vuelve a la casa de sus padres y se dirige, derecho y sin vacilación hacia la campana del fogón donde una vez, hacía ya muchos años, había escondido su cuchillo, que, por supuesto, aún estaba ahí.
¿Qué cosas habremos escondido nosotros y aún no sabemos ni qué son ni dónde están?

1 comentario:

Daniel Medina dijo...

Hemos escondido muy adentro la posibilidad (ni siquiera la capacidad, es más profundo) del: -uy! Por eso somos lo que se ve y todo menos lo que deberíamos.

¡Lanzo un chuchillo curvo contra el velo que me puso buscar mi propia adversidad!

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