
¿Un mantra? ¿Un ouroboros verbal? No lo sé. El libro nada dice al respecto. Se trata de la página 226 del Cuaderno de apuntes de Michael Ende (Buenos Aires, Alfaguara, 1996). Michael Ende es el autor de uno de los libros más maravillosos que tuve oportunidad de leer: La historia sin fin. Allí hay verdadera magia, antes de que el mago prepubescente se adueñara de todas las librerías y de todas las juveniles mentes. Este Cuaderno de apuntes es, como su nombre bien lo indica, una recopilación de escritos de muy diverso origen. Hay cuentos, apológos, poemas, canciones, artículos, aforismos, reflexiones, etc. Y esta misteriosa página 226 de la que no hay noticia en ninguna parte y que no se relaciona, al menos en apariencia, ni con el artículo que la precede ni con la carta que sigue. Y lo que dice me parece tan apropiado a mi particular circunstancia personal que por eso, y por su forma, desde luego, es que he decidido compartirla con uds. Ojalá los ilumine como a mí.
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