27 de junio de 2008

Una matriz de poemas (curvos y no curvos)

Hace ya algún tiempo que estoy pergeñando un nuevo blog, que aún no sale a la luz pero que está presto ya a salir. En verdad se trata de una refundición (como toda la escritura, como ya se ha dicho mil veces y como yo creo haberlo repetido varias, si no aquí, en otros lugares semejantes). Mi primer blog en esta blogosfera se llamó "Antojolía de Poesía" (no intenten buscarlo, lo he borrado) y se trataba precisamente de eso, de una antología antojadiza de poesía. Tomé prestada la palabra "antojolía" del inefable JRJ (Juan Ramón Jiménez, el poeta español autor de, por ejemplo, "¡No le toques ya más / que así es la rosa!) y ello produjo alguna que otra confusión entre el público lector. Sin embargo, ese blog carecía de sustancia, a pesar de que se alimentaba de poesía (o quizá precisamente a causa de ello). La cosa es que un buen día me cansé de él, de no saber bien qué poemas poner, ni porqué ponía los poemas que ponía, etc. y entonces lo borré.
Pero lo borré para refundar otro, con un norte más definido pero que mantuviera lo de la antología antojadiza y aleatoria de poemas y he aquí que próximamente inauguraré p o e m a t r i z, mi nuevo emprendimiento poético. La idea rectora sigue siendo la misma, pero agregaré algunas líneas directrices más que ya tendrán ocasión de degustar, si son tan amables de seguirme en este nuevo desvío, que en breve estaré lanzando al éter del ciberespacio.
Entretanto, buscaba un poema con curvas o desvíos para compartirles y nada aparecía, hasta que me dije "algún surrealista tiene que venir a rescatarme" y así fue: André Breton, por supuesto, oficiará las galas curvas de este post, con uno de mis poemas favoritos, preanunciando la próxima aventura blogguera de esta poeta y escritora, ex astróloga, ex gestora de contenidos para sms, actual referencista y becaria de la UNLP, próxima a reinsertarse, si los dioses así lo quieren, en su bienamada carrera de Letras, por ya perdió la cuenta cuál vez.
Disfruten, por favor. Yo invito.

EN LA RUTA DE SAN ROMÁN

La poesía se hace en el lecho como el amor
Sus sábanas deshechas son la aurora de las cosas
La poesía se hace en los bosques
Tiene todo el espacio que necesita

No éste sino otro que condicionan
El ojo del Milano
El rocío sobre la planta cola de caballo

El recuerdo de una empañada botella de Traminer sobre una bandeja de plata
Un alta verga de tumolina sobre la mar
Y la ruta de la aventura mental
Que sube vertical
Y al primer alto se enmaraña

No se grita por las calles
Es inconveniente dejar la puerta abierta
O llamar testigos
Los bancos de peces la banda de pájaros
Los rieles a la entrada de una gran estación
Los reflejos entre dos orillas
Los surcos en el pan
Las burbujas del arroyo
Los días del calendario
La hierba de San Juan

El acto de amor y el acto de poesía
Son incompatibles
Con la lectura en voz alta del periódico

La dirección del rayo del sol
El fulgor azul que enlaza los hachazos del leñador
El hilo del palote en forma de corazón o de nasa
El golpear acompasado de la cola de los castores
La diligencia del relámpago
El chorro de almendras de lo alto de viejos peldaños
La avalancha

La cámara de los hechizos
No señores no es la Cámara de diputados
Ni los vapores de la recámara una tarde de domingo

La figuras de danza en trasparencias sobre las charcas
La delimitación contra un muro de un cuerpo de mujer al lanzar los puñales
Las volutas claras del humo
Los bucles del pelo
La curva de la esponja de Filipinas
Los lazos de la serpiente coral
La entrada de la yedra en las ruinas
Mientras dura prohibe toda caída en la miseria del mundo.

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