¡Tanto tiempo sin verlos, queridos leyentes! No me he esfumado ni me he deprimido y encerrado ni he sucumbido a las garras del amor desamorado una vez más. Tampoco me he borrado del ciberespacio, aunque mi actividad por aquí haya sido casi nula en las últimas semanas. No he renunciado a mi trabajo, no he abandonado la poesía en pos de un amante fugitivo ni he cambiado de religión (que sigue siendo el lenguaje y ninguna otra). Simplemente, me he estado abocando a nuevas tareas. Mejor dicho, a nuevos placeres, a nuevos rumiajes, a nuevas curvas y desvíos.
Pero ya va siendo hora de volver. Por lo menos hoy tuve ganas de venir a saludarlos y, sobre todo, de compartir mi nuevo entusiasmo con uds.: el arte correo, en su vertiente ATC. ¿Lo qué? se estarán preguntando. Esta Chica Rumiante siempre salta con alguna cosa loca e inesperada ¿no? (salvo cuando de amor y hombres se trata, siempre asediada y obnubilada por músicos de toda calaña...). Aquí podrán averiguar de qué se trata el interesantísimo movimiento del arte correo y aquí descubrirán qué cornos es una ATC (o "Artist Trading Card"), que es lo que he estado haciendo las más noches desde que me he ausentado de por aquí y de otros allíses.
Y quiero aprovechar a dejarles una pequeña muestra de, precisamente, estas pequeñitas, divertidas y expeditas obras de arte, en las que está permitido todo y en las que nada ni nadie se puede o se debe quedar afuera. Así como hace ya un tiempo les recomendé la magia milagrosa de los mandalas, hoy les pido encarecidamente que vuelvan a la felicidad de la plasticola y el papel glacé y dejen salir a su artista interior que anda allí enjaulado pugnando por salir... Háganlo, no se arrepentirán. Y no quiero excusas de parte de los escritores del tipo "pero yo no sé dibujar", "no sé combinar los colores", "no se me ocurre nada...". ¡Nada de eso! ¿No se le ocurre nada? Busque un poema suyo cortito, imprímalo y péguelo en una tarjeta: ¡listo! ¿A veces recorta cosas de las revistas y no sabe qué demonios hacer con ellas? Haga un collage y péguelo sobre una tarjeta. ¿Que no tiene tarjetas o no sabe dónde conseguirlas? Tome una hoja canson o una cartulina cualquiera, recórtela de 6,4 cm. x 8,9 cm. y ¡voilá! Ya tendrá un soporte/superficie disponible. No hay excusas (y esto me lo digo bien fuerte, a ver si lo registro para otras áreas de mi existencia...).
Los dejo con algunas de mis tarjetitas (las más lindas ya salieron disparadas por correo a sus destinatarios en la sexta ronda de ATCs, ver más info aquí):