12 de septiembre de 2008

La curva del ojo humano (y digital)

Tengo esta alerta de Google importunándome desde hace varias semanas ya, así que le daré curso el día de hoy, como quien se saca una alimaña de encima (ah, no! así decía Cortázar -creo- que había que sacarse los cuentos de encima, los que uno escribe, se entiende, no los que lee... aunque pensándolo bien... Pero la imagen de un cuento que como una alimaña asola a su creador es buena y es, sobre todo, efectiva, pues en efecto nadie quiere que ningún bicho le ande merodeando encima). Viernes soleado, hermoso, pero frío, muy frío, y yo, consecuentemente resfriada o convenientemente resfriada, según se mire, sin muchas ganas de nada, y sin ninguna cosa pensada para mi blog más querido y actualizado... Sabrán perdonar los fieles lectores que hoy me entregue, tan desasida, al omnímodo dios Google una vez más...
Pero la noticia es interesante (se trata de una cámara que capta imágenes en forma semejante a nuestros oclayos) y aunque se reprodujo por todos lados (algún iluminado hasta la tituló "El ojo de Terminator"), les dejo la que salió en este sitio, que me pareció la más pertinente. 
Lo que no puedo dejar de preguntarme es por qué siempre el hombre ha de hacer todo a su imagen y semejanza... dioses, máquinas, mitos, todo es siempre antropomórfico. ¿Es porque nunca estamos muy seguros de estar existiendo realmente que hacemos todo parecido a nosotros mismos? ¿Es porque el ser es esa cosa tan elusiva y misteriosa que necesitamos reflejarnos en los espejos, en los cristales, en los cursos de agua, aún en los más espesos y oscuros? ¿Por qué una cámara debía, tenía o necesitaba parecerse al ojo humano? 
No tengo las respuestas. Como los buenos narradores, al decir de mi maestro di Marco, yo siempre dejo más preguntas que respuestas...
Buen fin de semana para todos. 

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