25 de febrero de 2009

Hay un cometa con la cola curva en el cielo, pero es pura ilusión

En efecto, ayer, 24 de febrero, según informan los diarios, un cometa se ha "acercado" a la Tierra y ha paseado por nuestro cielo, exhibiendo sus dos colas curvas. Sin embargo, los astrónomos ya se encargaron de arruinarnos la fiesta de la imaginación aclarando que aunque así nos lo parezca el susodicho no tiene dos colas: "podemos observar que su cola apunta en dos direcciones, pero en realidad, es una misma cola curvada de tal manera que la vemos en proyección por dos lados al mismo tiempo" (pueden leer la noticia completa aquí). Sin embargo, aquí me entero de que los cometas sí pueden tener dos colas: una de gas (o iónica) y una de polvo. Como se sabe, los cometas (del griego 'cometés', cabellera) son cuerpos conformados por gases helados que se mantienen apartados del sistema solar y que cada tanto nos visitan para hacernos recordar lo efímeros y pequeños que somos.
El más famoso de ellos, el cometa Halley, pasó por última vez en 1986. Yo tenía doce años, estaba por terminar la primaria y me olvidé de mirar (así de simple) esa noche el cielo, a ver si lo veía. Ahora me pregunto si haber visto esa pequeña estrella errante, con una o dos colas o con toda su cabellera expuesta al viento solar, hubiera cambiado algo mi vida... ¿Sería acaso más poeta, más vaga, más olvidadiza? No lo sé. No entiendo ahora, a la distancia, a la distancia de más o menos 60 millones de kilómetros como estuvo el cometa Lulin ayer (ya no sé si hoy) de aquella niña de doce tiernísimos años, cómo pude haberme olvidado de algo semejante si no se hablaba de otra cosa en aquellos días... La tele, la radio (sí, había algo llamado radio entonces y no se podía escuchar por Internet), los diarios y las revistas se ocuparon ampliamente del tema y yo... ¿vine a olvidarme? ¿Aún sabiendo que en la próxima pasada del Halley ya no lo iba a ver? 
Hay cometas, me entero ahora por la RAE, barbatos, caudatos, corniformes y crinitos... Eso es lo que me fascina de los diccionarios, aún en su patética y terrible redundancia: que siempre aparecen palabras nuevas, aunque no sean tan nuevas... Nada nos cuesta distinguir a las barbas de 'barbato' ni a las colas de 'caudatos' (recuérdese que la aleta caudal de Moby Dick, por ejemplo, no es más que su 'cola'), a los cuernos en 'corniformes' y a las crines en 'crinitos'. ¿Ven cómo los misterios del idioma siempre se aclaran a nuestro favor? Sólo hay uno insoluble: ¿quién dijo por primera vez agua, mar, rosa, cometa, viento, amor, desprecio, regalo, fortuna, luz, ilusión, poema?

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