¿Qué pasa cuando es la mente humana la que se desvía? ¿La que se sale de los carriles normales (pero, desde luego, no dejo de preguntarme cuáles son y quién decide que esos sean los carriles "normales")?
Me temo que voy a decir un montón de estupideces o de paparruchas pero esto me ha realmente impactado. Anoche estaba chateando con una amiga fotográfa (ella). Una charla de chicas presuntamente inteligentes, presuntamente independientes, previsiblemente solas. No importa. Lo que importa es que nos pusimos a hablar de fotográfos y otros artistas, y Cele mencionó a David Nebreda. El link vino por los trabajos, también impresionantes, de Joel-Peter Witkin. Pero si el enterarme de que Witkin trabaja con cadáveres (cosa que yo no sabía y que explica muchas de sus fotos...) me impresionó, no lo hizo tanto como la obra del español Nebreda.
Nebreda no es un fotográfo (quizá sería mejor denominarlo directamente "artista") cualquiera. No saca fotos de pajaritos, de niños angelicales, de flores (que las amo), ni siquiera de eróticos, cuidados y sugestivos desnudos. Saca fotos de sí mismo. Pero de nuevo. No son los previsibles autorretratos de Mapplethorpe, pongamos por caso. No, señor. Nebreda saca fotos, registra, documenta su locura, su enfermedad, el desvío terrible, fatal y ominoso por el que se va su mente. Y al colocar ese precioso tricolon de adjetivos ("terrible, fatal y ominoso") no puedo dejar de preguntarme ¿terrible para quién? ¿para él o para nosotros que impasibles permanecemos observándolo cual si un insecto monstruoso e imposible fuera?; ¿qué es lo fatal? ¿su no adecuación a nuestras normas morales, sociales, culturales, lo que fuera?; ¿qué es lo ominoso? ¿su mente "desenfocada" o la nuestra, tal vez demasiado enfocada, encarrilada y encauzada por la cultura, la civilización, la educación?
Éstas son las preguntas que me surgen al pensar en la "obra" de Nebreda. Pongo comillas porque, insisto, su obra es sí mismo. Marca su cuerpo (por usar un verbo suave) pero también lo muestra, a pesar de que hace ya muchos años que vive completamente encerrado en una casa en algún oscuro e ignoto punto de Madrid. Se flagela (de nuevo, por usar un verbo suave) pero lo muestra. Cabe preguntarse entonces: ¿hace todo eso para mostrarlo, con el sólo fin de mostrarlo? ¿Es una pantomima perfectamente orquestada o realmente su enfermedad, la esquizofrenia paranoide según leo, lo lleva sin más a eso? ¿Dónde está el límite entre la supuesta actuación en pos de llamar la atención, digamos, y el terrible, fatal y ominoso acting a que lo obliga su desequilibrio, su desvío?
Sé que todo este palabrerío no sirve de mucho sin las pruebas fotográficas que lo sustenten. Pero en lugar de eso prefiero remitirlos a un video en el que se exhiben muchas de sus fotos, y entonces comprenderán a qué me estaba refiriendo con todo esto.
Como corolario, si ayer dije, vía Barthes, que el lenguaje es fascista, hoy debo agregar que en estos días leí un cuento de Kafka que nunca había leído y quedé sencillamente anodada, pasmada y azorada. Los que lo leyeron dirán "puff, chocolate por la noticia", pero yo todavía no salgo de mi asombro: "En la colonia penitenciaria" es, verdaderamente, terrible, fatal y ominoso. Quizás mañana en Fauna Abisal me despache a gusto sobre él. Nuevamente, todo tiene que ver con todo... y me guardo la obra de otro fotográfo en consonancia con todo lo expuesto hasta aquí para otro momento, quizá para mañana mismo.
Por si acaso aclaro que el video no es apto para impresionables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario