Ya he hablado en más de una ocasión aquí de la música y del particular encanto que me suscita. No voy a insistir en ello, ya está claro. Pero hago la referencia porque una alerta de Google me anoticia sobre algo que podríamos vincular con la historia de la música o con la etnografía de los pueblos o con la cultura entendida en un sentido amplio o... bueno, muchas cosas más (la manía de los descriptores se me ha pegado luego de tanto catalogar documentos en el trabajo...!). En definitiva, para no aburrir, copio algunos fragmentos de esta noticia que me resultaron particularmente interesantes y dejo aquí el link para quien quiera leerla sin mis acotaciones (¡herejes! ¡no se atrevan a hacer tal cosa o sufriréis las consecuencias!).
He aquí algunos de los dichos fragmentos:
"Cuenta una vieja leyenda sasánida que el gran rey Jorso Parviz era conocido tanto por sus furibundos ataques de ira como por el amor que profesaba por un caballo azabache llamado 'Shabdiz'.
Era tal su pasión por aquel equino que había prometido aplastar la cabeza de quien le trajera algún día la funesta noticia de su muerte.
Fue el poeta de la corte Barbad quien, 'tañiendo el arpa como si un alguien hubiera muerto', sugirió la noticia al despiadado monarca y logró así salvar su cabeza."
Los poetas siempre se las arreglan para salvar su cabeza ¿no es cierto? Que lo diga Sherezade si no...! Es que mal que les pese a muchos, la palabra es poder. Aunque en el caso de Barbad fueron los sonidos musicales los que lo libraron del bárbaro castigo.
"Musicólogos y expertos coinciden en que el arpa nació en las reuniones de cazadores prehistóricos, quienes felices y ociosos tras dar muerte a sus presas entretenían su tiempo jugueteando con las cuerdas de los arcos."
Este párrafo me impactó por la imagen que me suscitó: imaginé una gran hoguera, al abrigo de las estrellas. En derredor, un grupo de cazadores "felices y ociosos" tañendo distraídamente las cuerdas de sus arcos. ¿De qué hablarían? ¿Hablarían? ¿Se sabrían astutamente vigilados por las bestias que pretendían cazar momentos antes? ¿Dónde estarían sus mujeres? ¿O estarían con ellos? ¿Habría un niño travieso observándolos parapetado detrás de algún arbusto, deseoso ya de ser grande y poder sentarse con ellos y como ellos, alrededor del fuego? ¿Qué historias se contarían allí? ¿Alguno de ellos se distraería irremediablemente con el sutil entretejido de estrellas del cielo? ¿Se hablaría de amor o sólo de sangrientas cacerías? ¿Cuál sería la bebida que pasaría silenciosa de mano en mano? Y así podría seguir preguntándome cosas acerca de esa pasmosa escena toda la noche...
"Los musulmanes arrestaron a miles de rameshgar (músicos de la corte del rey sasánida), muchos de los cuales procedían de la India, pero otros lograron emigrar a Europa dando origen a grupos gitanos', afirma el investigador iraní."
Este fragmento me interesó por la designación que se les daba a los músicos de la corte: rameshgar (quien esté buscando un nombre para su banda, acaba de encontrarlo!). Pero más todavía me interesa la figura de ser un artista de la corte: un súbdito igual que los otros pero apenas por encima de la escala social por hallarse bajo el ala del rey e incluso por formar parte de sus favoritos. ¿Volverán alguna vez los tiempos del mecenazgo? ¿Han vuelto y aún no nos damos cuenta? ¿Es saludable para un artista teer demasiado contacto con el poder político, él, que tiene el poder simbólico? ¿Debe un artista estar subvencionado, becado, pagado por el estado, del tipo que sea? ¿Obstaculiza esto su labor o la favorece? ¿Cómo librarse de los trabajos por encargo? Y sin embargo, Virgilio escribió La Eneida por encargo de Augusto... ¿y es por ello menos bella, menos fabulosa? No lo creo...
Dilemas en torno al arte que vienen a mi mente esta fría noche de viernes, justo antes de arrancar el fin de semana, mi momento favorito de la semana...! Disfruten, porténse mal e inviten!!! See you soon.
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