21 de enero de 2010

Salta, la linda (con muchas curvas y desvíos...)

Y bien, queridos leyentes, he vuelto de mi aventura salteña. 
He vuelto maravillada, encantada, enamorada. "Llena de revelaciones", como me dijo hace un rato mi amigo Leo Mercado (una vez más les sugiero vivamente que visiten su blog, aquí). He vuelto hechizada por los paisajes, por la ciudad, por la gente, por la energía que desprenden esos maravillosos cerros, esas imponentes montañas. Desde la ventana de mi hotel, podía ver el cerro San Bernardo en su totalidad (ver foto debajo). Pero desde cualquier punto en el que uno se hallase siempre había un cerro en el horizonte. Acostumbrada a la planicie bonaerense no dejaba de sorprenderme cada vez que miraba allende los límites de la pequeña y acogedora ciudad, rodeada en su totalidad por montañas, al encontrarse en el fondo de un valle (el valle de Lerma). 
Un valle. Hasta la palabra es hermosa, poéticamente sonora, breve, sincopada. Sí, por cierto que quisiera vivir en un valle, rodeada de montañas y verde, olvidada para siempre del caos porteño, del caos platense y transformada para siempre también por el tiempo de Salta. Porque quiero vivir en "tiempo de Salta" a lo largo de todo este año, hasta que pueda volver. Porque voy a volver. Lo sabía antes de irme y ahora ya estoy segura: el amor -o algo muy parecido e igual de lindo- se asomó por allí y ya tengo tres razones tres para volver a Salta, la linda: 


1) volver a ver a mi amigo Leo y compartir nuevamente largas charlas en un bar, en "Farito" (donde venden las mejores empanadas salteñas!), en el dique Campo Alegre (ver debajo foto) o en cualquier otro lugar que se presente; 


2) visitar Cachi, ya que sólo visité Cafayate (ver fotos debajo también) y un montón de ciudades más (y no, no fui a Humahuaca, no fui a Tilcara, no fui a Iruya, no fui a las salinas...); 


3) volver a ver a un salteñito que me robó el corazón regalándome una rosa y dándome los besos más lindos que me dieron en mucho mucho tiempo...


Así que ya ven, razones para volver, me sobran. Claro que aquí también hay razones para quedarse, pero parecen tan débiles e insustanciales que si no fuera por estrictas razones materiales (léase $$$) ¡me volvería ya mismo para allá!
Estaba segura de que iba a ser un viaje de descubrimiento interior y así fue. No tuve ni treinta segundos de malestar mientras estuve en Salta, no hubo nada, pero nada, que me incomodara o me hiciera sentir mal o me produjera el menor sobresalto. Todo belleza, todo paz, todo calma y tranquilidad: pude notar enseguida el desacelere mental y corporal y así quiero seguir en lo que resta de 2010. 
Ya vendrán los proyectos, las escrituras, las novedades, los ciclos de poesía, los poemas, las novelas, los cuentos. Ahora, ¡a seguir disfrutando de las vacaciones! Y, si ustedes pueden regalarse a sí mismos un viaje como éste (no es necesario irse a 1600 kilométros de Buenos Aires, eso sí), les aseguro que nunca se arrepentirán de emprender una aventura como ésta. Los dejo con algunas fotos (saqué cientos, que pronto subiré a Facebook, por ahora les dejo las más impactantes aquí): 





Salta, de noche (vista de la catedral)





Vista del cerro San Bernardo, desde la ventana de mi hotel





Camino a Cafayate, El Anfiteatro





La Caldera, dique Campo Alegre





Salta de noche, vista desde el cerro San Bernardo

3 comentarios:

Leo Mercado dijo...

Ayyyyyy... Yo sigo comiendo empanadas en su honor, mi estimada amiga, en "El Farito", mi mugroso antro de otro tiempo...
Le mando muchos besos y me alegra saber que la paó tan bien en estas tierras.
Vuelva cuando quiera, esta es su casa...

Tanática dijo...

Buenas y Santas Melisa... Me siento muy feliz que nuestra Salta haya enamorado su corazón y sus pensamientos. Es la primera vez que me animo a escribir en su blog (cuestión aparte: hace poco leo me creó uno y estoy aprendiendo...), pero la he leido antes y espero conocerla algun dia, sus libros son inmejorables y por eso y mas brindo...

Anónimo dijo...

Por esas cosas vine a parar aquí, y vaya coincidencia, me encuentra preparando mi viaje a Salta, donde como la escritora, me volví hace un par de años sin conocer Cachi.
El resto de los lugares los pude recorrer, aunque con la fatal falencia de ese tiempo necesario para incorporar definitivamente el paisaje, tan sólo dejándome lleno de preguntas por la magia infinita que ahí se percibe sin esfuerzos.
Encuentro en mi PC muchas fotos parecidas a las pocas que se ofrecen acá, es obvio que hay escenas que movilizan a más de uno, son coincidencias que siempre resultan bienvenidas.
Como abrir mi correo y cada tanto descubrir un feliz esparcimiento de CyD.

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