3 de diciembre de 2010

Diciembre ya está aquí... ¡ay!

Increíble pero real, diciembre ya está aquí. El mes de los balances, de las compras navideñas, del jo jo jo, del mazapán y la champaña de precio módico (muy módico por lo que estuve viendo hoy en el supermercado). Fin de año está "a la vuelta de la esquina" (disculpen este alarde de originalidad: es diciembre, es viernes, es la última hora de la tarde y estoy muy cansada). Llegó el mes que a todos se nos llena de Eventos, Fiestas, Despedidas, Cumpleaños, Cenas de Fin de Año, Asados, Comilonas, Beberecuas, Ágapes, Festicholas, Partuzas, Bacanales y, por qué no, hasta alguna Orgía (yo pienso orgiarme con un mantecol bañado con chocolate que acabo de comprar, no sé qué harán ustedes, pero tienen mi bendición). 
He roto mi silencio posteril porque ya me va faltando mucho menos con la novela y desde que empezó diciembre (hace dos días) que no puedo creer que haya empezado. Es un año raro este para mí. Raro pero bueno. Distinto. Inusual (al fin). Parece que estuviera dividido en muchos años, porque cosas que pasaron, por ejemplo, en marzo o abril, para mí pasaron ya "el año pasado". El verano se me antoja lejos y perdido en lo remoto de la geografía de los recuerdos. Los días que pasé en Salta se convirtieron en un sueño hermoso, documentado en mis primeras fotografías con camarita digital, como recordarán los leyentes memoriosos. El otoño que parecía traer primicias inolvidables es también otro sueño u otro estado del mismo sueño. Y el invierno se convirtió en un antes y después, evidentemente el responsable de esta sensación de haber vivido un año partido en muchos años, o por lo menos partido en dos.
Todo cambió cuando tomé la Decisión. 
El quiebre estuvo ahí. Ahora que ya han pasado más de tres meses desde el momento en que la decisión fue efectiva, es decir, desde que me fui a vivir sola, puedo ver un poco en perspectiva y comprobar que, a pesar de todo y de ciertas cosas, tomé la decisión correcta. Fui por el camino por el que claramente tenía que ir. Aunque haya tropiezos o pequeños escollos, el horizonte maravilloso (y no el horizonte quejumbroso y difuso) está siempre adelante, siempre esperándome. Todavía falta, está claro. Pero empiezo a dominar los misterios y las delicias de ser uno con uno mismo. De ser la jefa del hogar, como quedó asentado en el censo. De tomar todas las decisiones. Empiezo a acostumbrarme a que no me reciba nadie, y celebrarlo. Ya me acostumbré a que tampoco nadie me moleste, y me encanta. A que las cosas estén donde yo las dejo, y en ningún otro lugar. También volví a cocinar, a comer cuándo y cómo yo quiero, a escuchar la música que se me antoja, a disfrutar de momentos inolvidables en mi sola y valiente compañía. Y también me encanta recibir a los amigos, a los compañeros, a las personas que quiero. Como pronosticó un amigo (mi chanta favorito), todo es felicidad desde que me mudé.
Hay nubarrones, desde luego. Hay un pasado que a veces llama y hasta quiere entrar. Hay una sombra, un dolor, un ansia que en ocasiones no me deja tranquila. Pero lo exorcizo todo, como siempre, escribiendo. Así que muy pronto, si los dioses son propicios, estaré escribiendo a diario aquí y en todos mis otros rinconcitos, que tan abandonados están, pobrecitos. 
Lo que más extraño, desde luego, son mis gatos. Mis hermosuras, mi príncipe y mi reinita. 
Por suerte, mañana voy a visitarlos.


Foto sacada poco antes de mudarme de mi dos reinitas y mi príncipe felinos

1 comentario:

Danilo Gatti dijo...

cuando menos lo esperas, Diciembre ya esta aqui.
apretando, apurando.
porque quiero hacer todo lo que no hice en 11 meses en tan solo uno?
oh, el espiritu
navideño. familiar. de las vacaciones. de los regalos. de los balances.
el espiritu. cuantos son.
bang, bang, im dead-

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