27 de agosto de 2008

The invisible man (o un desvío tecnológico)

En estos días estoy releyendo un libro que reseñaré próximamente (es decir, mañana jueves) en Fauna Abisal. Un libro que recoge noticias y hechos curiosos de hace ya algunas décadas, muchos de los cuales son "adelantos" tecnólogicos que o bien no llegaron a concretarse o se transformaron en otra cosa o vaya uno a saber qué.
Precisamente, esta alerta de Google que hoy les traigo me evocó el tono de moderado entusiasmo del libro en cuestión y me hizo pensar, una vez más, en cómo la literatura (o, si se quiere, la imaginación) siempre se adelanta varias décadas a las reales posibilidades técnicas que subyacen a tantas cosas que ahora son de uso corriente y moliente. ¿Qué pasará en el futuro? ¿Qué vendrá? ¿Con qué nos van a sorprender esta vez?
Siempre recuerdo una nota de Umberto Eco en la que decía que él siempre había soñado con algo que le permitiera escribir "como se toca el piano" y henos aquí hace ya varios años, tipeando alegremente sobre nuestros dúctiles teclados (y ya que estoy tecnólogica, si son techno-geeks, échenle un vistazo a este combo de teclado y mouse inalámbricos).
Hoy hablábamos en el trabajo sobre la posibilidad de que en un futuro no muy lejano haya e-books disponibles en un formato similar al de un i-Pod touch (pero más grande) y yo recordé este video, que aquí les comparto, donde aparecen aparatos que ¿quizás próximamente? puedan estar en nuestras manos.
Y volviendo nuevamente a la literatura, tal vez volverse un hombre invisible (quien no haya soñado con serlo, miente -y miente descaradamente) no sea tan díficil como parece, al menos según esta nota, que también les comparto:

Un equipo de EEUU desarrolla un material invisible al ojo humano

• Su composición impide que la luz se refleje, por lo que los haces rodean el objeto
• El Pentágono financia parte del proyecto, que tiene múltiples aplicaciones

JOAN CAÑETE BAYLE
WASHINGTON

Los denominados metamateriales --materiales que no reflejan la luz, sino que la obligan a dar un rodeo a su alrededor-- son la clave para lograr el sueño de lograr una capa de invisibilidad a lo Harry Potter que oculte cualquier objeto de la vista humana. Los científicos llevan trabajando con los metamateriales desde 1999 y ya han logrado efectos de invisibilidad en materiales de dos dimensiones. Pero, según publican esta semana las revistas Science y Nature, un equipo de la Universidad de Berkeley en EEUU ha creado un nuevo tipo de metamaterial tridimensional que desvía los haces de luz, en lo que es considerado "un paso adelante" hacia la deseada capa del niño mago.

"Estamos más cerca de hacer posible un manto de invisibilidad al haber demostrado que con ese nuevo material se puede doblegar la luz a nuestra voluntad", afirma el equipo de Berkeley, liderado por Jason Valentine y Xian Zahan, que trabajan con financiación del Pentágono. La investigación se basa en la refracción revertida, el efecto que hace que un objeto dentro del agua parezca curvado. Los expertos habían logrado hasta ahora que determinados metamateriales fueran invisibles (refracción negativa) usando microondas de un espectro muy lejano al que las personas pueden ver.
Los metamateriales utilizados por el equipo de Berkeley son capaces de no reflejar microondas de un espectro cercano al utilizado en las telecomunicaciones, más próximo a los que son visibles por el ojo humano. Estos metamateriales son de tamaño nanométrico, construidos con unas estructuras artificiales, y no absorben ni reflejan la luz. Los haces simplemente los rodean.

OBJETIVO GOLOSO

"Para lograr el llamado efecto Harry Potter solo hay que encontrar los materiales adecuados para las ondas visibles", explicó a la BBC el profesor Ortwin Hess, de la Universidad de Surrey. Las aplicaciones del descubrimiento no se limitan a satisfacer el sueño de la invisibilidad, sino que puede aplicarse en óptica y comunicaciones. Pero la capa Harry Potter es un objetivo muy goloso, de ahí el dinero del Pentágono. De desarrollarse, el descubrimiento permitirá convertir en invisibles vehículos, como el coche de 007. Al final, el clásico Hombre Invisible hacía justamente lo contrario: su atormentado protagonista se cubría para ser visible. El camino será cubrirse para ser invisible.

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