Sigo dejando a la deriva mis blogs, pero esta vez hay una buena causa detrás de esta aparente negligencia o dejadez: este fin de semana se está desarrollando el Segundo Encuentro Poético "Padua es una rosa" en el marco de la Séptima Fiesta Nacional de San Antonio de Padua, y estoy participando en él. Como aún no ha finalizado, no haré ninguna otra mención a ello, pero quería aprovechar la ocasión para compartir un poema con curvas de un poeta que descubrí hace muy poco, gracias al taller de poesía latinoamericana que está dictando Laura Yasán en la biblioteca Güiraldes de la ciudad de Buenos Aires: Ricardo Miguel Costa.
Sí, yo tampoco lo conocía y su poesía merece ser leída, escuchada y "asimilada". En la tradición de poetas como Roberto Juarroz pero también como Alberto Girri, Costa despliega no sólo versos de escandida ciencia poética sino pensamientos, lo cual es aún más loable. Destaco, sobre todo, el poema cuyos primeros versos dicen "Todo pensamiento no barrido por la belleza / es un teorema muerto", incluido en su libro Teatro teorema. Pero el que les quiero compartir, se llama, al igual que el libro, Danza curva, y por eso está aquí esta noche. Enjoy it.
Danza curva
Con un cuchillo la vastedad es inmediata.
Tomar un bocado o cometer un crimen, pueden ser
dos extremos posibles para el ánimo de quien lo empuña.
Para el que mata, el corte es una danza curva
contra el cuello.
Para el hambriento, el corte contra la carne
es la bendición de su miseria.
Pero el que hunde la palabra cuchillo en un poema
corta y troza sin bendiciones ni danzas.
El poema puede ser un tajo luminoso que separa la carne
de tu alma para flotar.
Sólo en la voracidad del hambre está la inmediatez.
La vastedad, en el temor de la víctima y en el vértigo
de quien escribe.
Tomar un bocado o cometer un crimen, pueden ser
dos extremos posibles para el ánimo de quien lo empuña.
Para el que mata, el corte es una danza curva
contra el cuello.
Para el hambriento, el corte contra la carne
es la bendición de su miseria.
Pero el que hunde la palabra cuchillo en un poema
corta y troza sin bendiciones ni danzas.
El poema puede ser un tajo luminoso que separa la carne
de tu alma para flotar.
Sólo en la voracidad del hambre está la inmediatez.
La vastedad, en el temor de la víctima y en el vértigo
de quien escribe.
Ricardo Miguel Costa
1 comentario:
No sé por qué desvíos me adentro... El caso es que me detuve tanto en este "sinuoso" poema, que el dulce de leche de mi panqueque terminó por endulzar mis teclas y, así, todo posible comentario.
Saludos!
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