19 de octubre de 2009

Fechas

Ayer fue el día de la madre y hoy me toca contestar un cuestionario en el que se me pregunta, por sí o por no, si tuve embarazos (y cuántos), si tuve partos, si tuve cesáreas y, pregunta crucial, si tengo hijos. ¿Qué responder? Sólo hay lugar para el sí o para el no. Términos medios nunca contemplan estos cuestionarios, que ni siquiera tienen un precavido "no sabe/no contesta" como en las encuestas. Lo cierto es que no sé qué poner. 
Porque ha llegado la hora de que declare mi doble orfandad. Hoy estoy en un día típico de mi personalidad Anita la huerfanita, así que es el momento ideal para expulsar esto fuera. Entiéndase ex-pulsar en su sentido etimológico, como un tirar hacia adelante algo que nos molesta para poder seguir un trecho más sin ese peso. Doble orfandad, dije. Dije bien. No sólo murió mi madre cuando yo era muy pequeña sino que hace ya diez años perdí un embarazo. Un embarazo gemelar. Un embarazo del que sólo me quedaron unas pocas estrías en los pechos y unas caderas fabulosas. Un embarazo del que me vuelven flashes, a veces. Porque llegué a tener mi panza prominente, llegué hasta el punto en que me cedían (¡qué placer!) el asiento en el colectivo con sólo verme, llegué a comprar unas batitas, llegué a sentirlos patear y moverse dentro mío. Pero nada más. Nada más, porque mi útero se dio por vencido. Acostumbrado a las ligerezas y las liviandades de los poemas no pudo con dos robustos niñitos y pidió tregua al quinto mes. Horacio y Cristian, como los bautizamos, sólo sobrevivieron una hora fuera de él. 
Entonces. Entonces qué respondo en el cuestionario. ¿Tuvo embarazos? Sí. ¿Cuántos? Uno. Pero doble, ¿eh? Porque yo hago todo así, a lo grande, je. Partos. Sí, uno. Y qué dolor, mamita. Pero no el parto en sí, chicas, no se asusten. Las contracciones. Ay, mamita, dónde estabas en esos momentos, nunca pudiste decirme lo que iba a sentir, nadie pudo, nadie podrá. Pero yo hoy quiero contarles. En mi ingenuidad creía que dolía la panza. Minga. Duele la parte baja de la espalda, es un dolor rarísimo, similar al que a veces nos puede atacar en el síndrome pre-menstrual, sólo que unas dos mil veces más fuerte. Sigamos. Cesáreas. No, fue parto natural, mire ud. qué cosa. Y doble, vuelvo a insistir, quiero que quede bien claro. Entonces... Hijos. Sí. No. ¿Sí? ¿No? ¿Qué se responde? ¿Qué tengo que responder yo? ¿Fue mi día ayer? No. ¿O sí?  ¿Se es madre por parir o por criar? ¿O por el mero hecho de engendrar y portar? No lo sé. Dudo. Hoy no tengo respuestas (bueno, casi nunca las tengo, gracias a Dios). Sólo preguntas incómodas como las de este cuestionario, a las que cabría aún agregar otras que me guardo sólo porque esto era lo que quería ex-pulsar de mí hoy para exorcizarlo, para volverlo algo más amable, menos ominoso, literatura, bah, esa vieja conocida.





Imagen: Thomas Rücker.

1 comentario:

Daniel Medina dijo...

Me hiciste llorar; estoy llorando, mucho, sabés!
Me hiciste llorar ANALIA PINTO! Sabelo!

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