1 de marzo de 2010

La Tierra es curva... e inquieta

Planeta Tierra, ¿qué te está pasando? A ver si hablándole, por ahí escuchamos lo que tiene para decirnos, algo que, al parecer, por ahora sólo puede expresarlo con tremendas sacudidas, agitaciones y perturbaciones de toda clase. Nada de esto sería siquiera notable si los predichos movimientos no causaran tanto daño, destrucción y consternación, además de miles de víctimas, como estamos viendo en estos últimos días. Primero Haití, ahora Chile, también Salta y otras provincias del norte argentino. Planeta querido, ¿qué te está pasando? ¿Es por nuestra culpa o es simplemente un proceso normal de tu ardiente naturaleza? (no se olviden que vivimos sobre la frágil corteza de una bola de magma y fuego). 
El sábado me llevé terrible susto. Había escuchado algo del terremoto en Chile pero, para serles franca, no le presté mucha atención. Como estaba en casa, se me dio por prender la tele un rato antes de comer. Ni bien comencé a pasar uno o dos canales, paré en TN porque el titular en rojo catástrofe era "Sismo en Salta". Para colmo, por alguna razón que desconozco, en mi tele TN no se ve bien y sólo podía ver imágenes entrecortadas con el sonido del canal vecino. Ponía otros canales de noticias y nada. Pero el titular seguía golpeando mi retina. Antes, seguramente, tampoco le hubiera prestado demasiado atención (somos así, sólo cuando hay alguien que nos importa nos preocupamos y prestamos atención; no sé si es un defecto o una virtud). Pero ahora presté inmediatamente mucha atención, ya que hay una persona muy querida allí para mí (leáse, mi amigo Leo Mercado, a quien ya les he nombrado muchas veces) y enseguida mandé mensajes de texto para ver cómo se encontraban él y su familia. Por suerte, todos bien. Algunos adornos caídos en la casa, nada grave. Escribí a otros amigos salteños y también estaban bien, aunque algo asustados. 
Se cree que el sismo de Salta no es ni una réplica ni tiene nada que ver con el de Chile, pero resulta ya evidente que las placas tectónicas de nuestro vapuleado continente se están moviendo como locas y es muy poco lo que podemos hacer al respecto, según entiendo. Precisamente hoy, chateando con Leo, le decía que me resultaba del todo inimaginable lo que él y todos los afectados por el sismo salteño (no digamos ya el chileno ni el haitiano) debieron sentir cuando la Tierra decidió sacudirse un poco. ¿A dónde recurrir, qué hacer, en qué refugiarse si todo comienza a moverse sin control? Y todo eso que creemos tan firme e incólume, sea nuestra casa, un edificio, un palacio, una torre, un monumento, se viene abajo estrepitosamente y para más inri el suelo también se viene abajo en un trís... ¿Cómo mensurar eso? ¿Cómo no pensar después en la fugacidad no ya de nuestros cuerpos sino de todo lo que la mano del hombre construye y que, envalentonado por el "progreso indefinido" y otras patrañas por el estilo, cree indestructible? ¿Cómo no recapacitar en que estos sismos, tsunamis y terremotos pueden ser "llamados" -terribles, devastadores y con toda seguridad crueles e injustos- de la Tierra, del planeta, para que nos demos cuenta que no somos ni omnipotentes ni inmortales? ¿Cómo no detenerse siquiera a pensar unos minutos en estas cuestiones? 
El planeta se mueve, señores, gira en su órbita y gira sobre sí mismo en un pequeño punto de la galaxia. A su vez, se agitan flamas en su interior y esa tierra que nosotros ingenuamente creemos "firme" viaja a la deriva aunque nunca nos demos cuenta. ¿Cuándo vamos a dejar de creernos tan arrogantes como para desoír los reclamos de quien nos da cobijo?
Aquí, wikipedismos acerca de qué es un terremoto.
Aquí, una lista de los peores terremotos de la historia, simplemente porque las listas y las cifras, por insano que parezca, nos calman, nos brindan un marco de seguridad, nos aseguran que todo se puede cuantificar, ordenar y racionalizar. Y esto, aunque sea una gran ilusión, aleja un poco -no mucho, pero bastante- el miedo. 
Aquí, además, un sitio web desde el que brindar alguna ayuda, por pequeña que sea, a Chile. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

En noviembre del '77, cuando ocurrió el temblor era temprano, pero ya había amanecido. Ya estaba despierto, los perros del campo hacía rato que aullaban y lloraban sin cesar, no podía dormir con semejante concierto. Miré por la ventana y no sorprendió a mis ojos infantiles (yo iba a 6to grado de la primaria por ese entonces)ver a los caballos inquietos en el corral, movían sus orejas continuamente, y daban vueltas amanazando saltar la valla y largarse en carrera.
Yo no entendía nada cuando todo empezó a temblar y mi hermano lloraba de pánico y sorpresa, el ruido de la madre tierra era atronador, venía de todos lados, yo creí en un momento que grandes piedras que siempre veía en la punta del cerro cuando me mandaban a caballo a buscar las chivas, se estaban cayendo, rodando vertiginosamente hacia la humilde casa donde vivíamos, aplastando los animales todavia encerrados, a mi hermano y mis padres...
Al minuto volvió el silencio de la tierra, sólo eran quejidos de los animales, balidos aterrados de los corderos, la sorpresa de mi viejo (que era para mi invencible), el abrazo consolante de mi madre hacia mi hermano.
La tierra es inquieta, y siguió temblando esporádicamente durante semanas, recordando de lo que es capaz.
Yo tenía terror de entrar en la casa, por suerte hacía calor y dormíamos afuera, bajo la enorme catalpa que estaba junto al arroyo, a unos veinte metros de la casa.
Recuerdos, nada más, que me vienen en forma permanente, más aún cuando veo las aterrantes noticias sobre temblores.

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